A principios del siglo I, la ciudad se bautizó con el nombre «havn» que significa «puerto», con el tiempo su nombre evolucionó a «puerto de mercaderes» en danés «København».
La estampa más famosa de la ciudad se encuentra en el colorido canal de Nyhavn «nuevo puerto», es uno de los lugares más fotografiados de Europa, su origen está en la naturaleza comercial de la ciudad, a este puerto llegaban barcos de todo el mundo.
Nyhavn no siempre fue el colorido puerto que se aprecia hoy en día, de hecho, solía ser una zona turbulenta, donde coincidían piratas, navegantes y mercaderes, este sector albergaba las tabernas y prostíbulos de la ciudad desde el siglo XVII. Fue apenas en los años 80s, que el ayuntamiento de Copenhague comenzó una transformación profunda para recuperar esta zona. Tras cerrar definitivamente el puerto, se organizó una exposición de barcos antiguos, el evento tuvo tanto éxito que el ayuntamiento decidió comprar algunos de los botes para mantenerlos como exposición permanente. Así nace lo que hoy en día es la postal más famosa de Dinamarca.
No es fácil describir la cultura danesa, su rico patrimonio intelectual, artístico y científico, la personalidad de sus ciudadanos, su visión por el activismo, el arte y el respeto mutuo, son el resultado de un legado milenario, marcado por leyendas antiguas, heridas de guerra y aventuras de alta mar.
La historia danesa está tejida en base a las hazañas de sus pobladores. Se dice que los vikingos impulsaron la conquista de Noruega, Suecia, parte de Alemania y el Reino Unido, se especula que sus navegantes alcanzaron las costas americanas mucho tiempo antes que Cristóbal Colón, sus guerreros resistieron los constantes intentos de invasión de Napoleón y de Hitler y fueron uno de los grandes propulsores de la creación de la ONU.
Hoy en día el sistema social de Dinamarca es reconocido como uno de los sistemas con mayor calidad de vida del mundo. Se sitúa por encima del promedio en casi todos los factores: seguridad, vivienda, balance vida-trabajo, acceso a servicios públicos, salud, justicia, calidad medioambiental, integración multicultural, igualdad de género, educación, remuneración y empleo, etc. Sus modelos son un ejemplo a seguir para todas las sociedades.
Su sistema político es una monarquía parlamentaria, al igual que otros países como Reino Unido, España, Noruega, Suecia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, tienen una forma de gobierno en la que el rey o reina ejercen la función de Jefe de Estado, bajo el control del poder legislativo (parlamento) y del poder ejecutivo (gobierno); es decir, «el rey reina pero no gobierna.»
Y es que este país con tradiciones tan antiguas, posee también la monarquía más antigua de Europa y una de las más antiguas del mundo, encabezada hoy en día por la reina Margarita II.
En Copenhague se puede encontrar desde uno de los parques de atracciones más antiguo del mundo (el Tívoli) hasta algunas de las obras arquitectónicas más modernas de Europa, como puede ser su aeropuerto «Kastrup», premiado como el mejor aeropuerto del mundo o la Ópera Nacional de Dinamarca, símbolo de modernismo europeo.
Una de las grandes ventajas de visitar Copenhague es la posibilidad de visitar también la ciudad sueca de Malmö. Un puente-tunel con dos líneas de tren y cuatro de carretera unen los 16 kilómetros que separan ambas ciudades. La conexión que permite cruzar el mar báltico en aproximadamente 15-20 minutos es una de las maravillas de la ingeniería europea.
Malmö, la tercera ciudad más grande de Suecia posee un casco antiguo que guarda un atractivo cultural sutilmente detenido en el tiempo, con bellos jardines orgánicos, grandes parques, maravillosos molinos y edificios del siglo XVI perfectamente conservados.
Sin lugar a dudas Copenhague puede presumir de ser una de las ciudades del norte de Europa con mayor riqueza cultural, guardiana del encanto escandinavo y de una cultura moderna, avanzada, pero que mantiene intactas sus tradiciones.